17 de noviembre de 2011

Bajo cien colchones .

¿Recuerdan ustedes la historia de la princesa y el guisante? ¿Ese guisante que colocaron entre múltiples mullidos y confortables colchones para hacer una prueba a las pretendientes del príncipe? Pues bien, ese guisante …soy yo.
 Pensarán como todos, que mis palabras son inexistentes y mis pensamientos invisibles. Pero no. Mis palabras existen, vuelan  haciendo silbar al viento por lo menos unos poquitos decibelios, y mis pensamientos llegan a cautivar a su vez a un pequeño colibrí que intenta convertirme en su alimento a mí y a mis hermanos antes de que saliésemos  de la vaina.
Esa noche pensaba más que nunca. Rememoraba con claridad cómo en un platito de oro me llevaban a ver a sus majestades. Escuché vagamente cómo el rey daba una orden al señor que me llevaba, y fui transportado a una habitación. Me parecería una habitación normal, si no fuese por los pares y pares de colchones que estaban desperdigados por la estancia. Me colocaron en uno de ellos, y les dije:
- Gracias por colocarme en un colchón tan cómodo y mullido, estaba exhausto del  largo viaje – les dije, aunque sabía con seguridad que el aire había sido el único testigo de mi voz.
Todo me pareció estupendo: Tenía una habitación para mí solo donde estaba tumbado en un cómodo y gigantesco colchón. Si no dormía disfrutaba  cavilando sobre cosas, múltiples cosas como porqué tenía que ser un guisante y no un bonito sauce o una romántica rosa. Las cosas se torcieron cuando vi que unos sirvientes de sus majestades empezaron a colocar colchón tras colchón encima de mí. Grité hasta quedarme sin aire, pero sabía que ellos sólo escuchaban un leve silbido. Me quedé dormido , más bien inconsciente , porque según mis cálculos, llevaba dormido unos trece días , pero al final desperté rodeado de una oscuridad penetrante,  al escuchar una carcajada del que creía era la voz del Rey:
- Al final no pudiste dormir eh! Pues serás tú la que despose a mi hijo.Después de trece princesas, hemos dado con la correcta – Dijo el rey entre carcajadas.
- Que mal se duerme, entre tantos colchones aparentemente cómodos! ¿Qué hay ahí, guijarros,rocas?¿Qué es, su majestad?- Preguntó la recién prometida con voz notablemente cansada.
- ¿Quieres saber realmente lo que te quitó el sueño esta noche?-  preguntó el rey con sus características carcajadas- ¡Un guisante! ¡Fue un guisante!
¡Oh! Había llegado mi momento, el rey me iba a coger entre sus dedos para ser presentado a la prometida de su hijo, pero mis expectativas habían ido demasiado lejos. Fui cogido por uno de los sirvientes y después de unas cuantas maldiciones por parte de la bella princesa, fui tirado al campo.
Caí en un jardín dónde unas amables petunias me acogieron con alegría. También había un veterano pino, que me contó durante meses y meses todo lo que había vivido desde que fue una semilla. Yo también empecé a crecer, y con el paso del tiempo me convertí en una gran mata , de las que salieron vainas con deliciosos guisantes que se convirtieron en los más famosos del reino. Quien me iba decir ,  que hace unos meses creía ser el invitado de honor en el palacio del rey, colocándome entre tantos cómodos colchones, y que iba a acabar produ-  ciendo los guisantes más ricos del lugar. Quien me iba a decir que con los guisantes iba a yo a dar alegría y amor a todas las personas pobres que lo necesitaban, porque la alegría y el amor es lo único que crece cuando se reparte .  

1 comentario:

  1. Este guisante es un filósofo. Menos mal que al final soluciona sus complejos. Aunque no me extraña que los tuviera, antes de productor de exiquisitos congéneres, su única misión en la vida parecía martirizar el delicado cuerpo de la princesita.
    Por cierto, pobre princesita con ese suegro tan bruto. Sus groseras carcajadas tenían que lastimarla más que el duro e insatisfecho guisante.

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